lunes, 29 de abril de 2013

Crecimos en los 80

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Pablo Rioja | León

No por repetidas dejan de gustar este tipo de nostalgias, las vividas tan lejos y tan cerca ya, cuando uno se da cuenta de que el 'Abuelo Cebolleta' trata de encarnarse en tu ser. Aquí os dejo hoy algunas por si os hacen regresar a aquellos maravillosos años, cuando fuimos los mejores.

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1: Recuerdo mis tardes llenas de columpios, esos de metal duro sobre suelo de arena o cemento que se reían de ti cuando te pegabas un buen coscorrón. Podías jugar solo o acompañado, molestando a los ancianos con el balón que casi siempre te confiscaban, saltando a la comba, escondiéndote al estilo inglés o al tradicional. Recuerdo a mi madre gritándome que fuese a tomar la merienda mientras compartía cuchicheos con el resto de progenitoras. Los días parecían siglos y los siglos segundos. Daba igual quién ganara o perdiese porque mañana volverías a empezar.

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2: Recuerdo los recreos cambiando cromos con los demás niños, los chicos nos decantábamos más por los de fútbol y coches, las chicas por los de princesas Disney, animales o dibujos animados. Los paquetes eran de cuatro o cinco cromos y costaban cinco duros. Recuerdo la ilusión previa al abrirlos así como la inmediata decepción posterior al contemplar que tenías casi todos repetidos. Creo que fuimos pocos los que logramos completar alguna colección. Recuerdo a los vendedores a las puertas de los colegios, solían regalarte el álbum y un par de paquetes. Anzuelo fácil de picar.

3: Recuerdo cómo jugábamos a la peonza, nunca aprendí a bailarla bien, a las chapas con un garbanzo por balón, a las carreras de coches cuyos circuitos eran las líneas del campo de baloncesto, a los tazos, a la goma para ligar con las chicas, a pica, daba igual, el caso era estar en pandilla y sobre todo en la calle.

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4: Recuerdo los fines de semana en la sala de recreativos echando unos futbolines, si contabas con una buena pareja y una buena racha te podías tirar las horas muertas por sólo 25 pesetas, el rey de la pista era el amo. Luego ampliamos fronteras jugando al FIFA, al Pac Man, a los juegos con volante, a los de pistolas, al trivial virtual. Apenas alguno de nuestros amigos tenía ordenador o vídeo consola, todos invertíamos la propina dominical en gominolas y maquinitas.


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5: Recuerdo las excursiones domingueras con la familia, siempre había un rincón de la provincia por conquistar, siempre las mismas sillas y mesas de campo, la nevera azul o roja, los tuppers con filetes y ensaladilla rusa, los platos y vasos de plástico, siempre había un mundo por inventar, un río en el que bañarse o estropearse los pies si no llevabas zapatillas. Recuerdo los eternos caminos de regreso a casa recorridos años después, ¡pero si estaban ahí al lado!
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6: Recuerdo los dibujos animados de los fines de semana. Primero por las mañanas, Cajón Desastre, Club Disney, La Bruja Averías, Barrio Sésamo, Evita Dinamita, Bioman, Los Bomberos Sam... Luego después de comer, Los Fruitis, Delfi, Los mosqueperros, los trotamúsicos... ¿A que sois capaces de recordar la mayor parte de las melodías?

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7: Recuerdo
los monopatines, los primeros coches teledirigidos con cable, los micromachines, las pistas y coches del Scalextric donde siempre terminaba por fallar algún mando, los puzzles, los cuadernos y estuches para colorear dibujos, los indios y vaqueros, los playmobiles, Magia Borrás, el Risk o el Cluedo. Mención aparte merecen los Juegos Reunidos, el monopoly, hotel o el bingo.

8: Recuerdo la vida sin teléfonos móviles, quedando con los amigos un día antes en el mismo punto de siempre, recuerdo cuando las llamadas telefónicas eran prohibitivas, cuando no había que marcar los prefijos. Recuerdo ir a buscar a mis amigos de casa en casa llamando al portero automático en mitad de la siesta y recibiendo las voces de la madre o padre de turno. No hacía falta llamarse para confirmar, con llegar al punto de queda a la hora era suficiente, si no llegabas es que tus padres te habían castigado. 

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9: Recuerdo los cuadernillos de Rubio. De pequeño aprendías a escribir sobre dos renglones que delimitaban cada línea y cuando ibas mejorando te lanzabas a los cuadernos de cuadrícula. El gran reto era pasar a los folios en blanco y no torcerse. Recuerdo que al principio los cuadernos eran pequeños y en los últimos cursos del colegio los comprabas grandes en un símbolo que te autoafirmaba como alguien maduro. Recuerdo que los estuches de las chicas siempre estaban ordenados, solían ser metálicos y de dos pisos, los de los chicos presentaban el caos más absoluto.

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10: Recuerdo los partidos de fútbol en el patio o con los amigos. Se escogía dependiendo de si eras del Barça o del Madrid, de si eras más o menos amigo del que elegía y sobre todo, de buenos a malos. No había tácticas, se imponía la ley del más fuerte, aunque los listos siempre destacaban. Si le dabas a alguien un balonazo la profesora te confiscaba el balón hasta el siguiente recreo y ese día te quedabas a verlas venir. Recuerdo las pelotas hechas de papel recubierto con cinta aislante o celo, las de goma o las de los chinos.

4 comentarios:

  1. ¡Totalmente identificada! Que recuerdos...que nostalgia. Un saludo

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    1. Tuvimos la suerte de ser de las últimas generaciones en vivir aquello, por no decir la última y también de ver cómo Internet y las nuevas tecnologías se globalizaban... vivimos el ocaso y el renacer.

      Un saludo.

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  2. Qué recuerdos, qué buen post!

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