viernes, 21 de agosto de 2015

Gracias por venir, Lina

La actriz, Lina Morgan


Pablo Rioja | León

Dicen que cuando uno empieza a recordar historias pasadas es síntoma inequívoco de que el abuelo cebolleta ha comenzado a hacer de la juventud un mero sueño que una vez debió ocurrir. Yo, a falta de nietos, me siento con mis sobrinos a desasnarles un puñado de vivencias endulzadas por el correr de los años o por mi sana necesidad de creer que en realidad sucedieron así.

Y hoy, movido por los acontecimientos, rescato del olvido la primera vez que pisé un teatro, cuando las vacaciones se hacían largas incluso sin suegra y la escala en la capital de España iba incluida en todos los paquetes. Pues eso, que mi primera vez fue en el teatro La Latina, con la obra Celeste no es un color como gran estreno del año. No recuerdo muy bien el argumento, sólo sé que el respetable se desternillaba con la protagonista; una atípica señora de pelo corto y mediana estatura capaz de desencajarse las piernas, girar los ojos cual ruleta rusa y poner todo tipo de muecas al mismo tiempo. Lina Morgan se hacía llamar, aunque ayer supe su verdadera identidad; María de los Ángeles. 

Creo que aquella obra, musical, revista... o lo que fuere, marcó mi futura relación con aquella mujer. Bueno, relación meramente de artista/espectador, pero lo suficientemente intensa como para sentir dolor al saber que ahora vive en otro lugar... a unas cuantas manzanas de aquí. Y la marcó porque después me tragaría sin pestañear series como Hostal Royal Manzanares o Compuesta y sin novio. Sí, de niño. Y es que antes el humor blanco era tan inteligente como para reírse de todo sin faltar al respeto. Para todo lo demás Sálvame

Empiezo a recordar algo del argumento. Iba de un ángel que se encarnaba en una mujer hacendosa provocando todo tipo de situaciones cómicas. También me viene a la memoria una letra que rezaba algo así: "La tonta del bote es como me llaman todos los del barrio al verme pasar..."

Y así, de bote en bote y de tonta en tonta tiró porque le tocaba hasta que la función llegó a su término. Con caras y cruces, como todo inmortal, pero el aplauso por bandera. 

Leía ayer unas declaraciones de Lina donde confesaba creer en Dios y en la vida eterna. Allí espero verte, pero por si acaso no llego: ¡Gracias por venir!  

pABLO rIOJA (21/8/2015)

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