lunes, 26 de octubre de 2015

Esa estupidez llamada Halloween


Pablo Rioja | León

Halloween es otra de esas estúpidas costumbres americanas que España adopta cada vez con más fervor porque nuestros propios complejos nos impiden ver la riqueza que se esconde en las tradiciones cristianas. La festividad de Todos los Santos y el Día de los Difuntos no interesan porque huelen a Iglesia y claro, eso no es de 'progres'.

Vestirse de muerto, de diablo o de bruja es mucho más interesante que acercarse al cementerio de turno para echar un rezo por nuestros difuntos o pararse unos segundos a reflexionar qué papel juegan los santos en nuestra vida espiritual.

Resulta lamentable ver cómo muchos colegios religiosos -prostituidos y encadenados al poder del Gobierno de turno para recibir el pan suyo de cada día- no sólo se han bajado los pantalones en cuestiones de educación sexual o religiosa, sino que alentan entre profesores y alumnos celebraciones como las de Halloween, fiesta pagana en cuyo backstage habita el príncipe de este mundo.

Muchos padres se niegan aún a que sus hijos participen en semejante aberración, pero otros sucumben a la catequesis diaria porque no tienen ganas de ir contracorriente. Es más fácil dejarse llevar claro.

Halloween da culto a la muerte, mientras que la celebración de los Difuntos recuerda que nuestros seres queridos gozan ya de la vida eterna o, en el peor de los casos, necesitan de nuestra oración para salir del Purgatorio. El Día de Todos los Santos, por su parte, rememora la Santidad de Dios en los santos.

Lo que aparentemente es una fiesta inofensiva, tiene una raíz pagana que Hollywood se ha encargado de importar a medio mundo. Los colegios religiosos tendrían que unir esfuerzos para explicar qué es Halloween a padres y alumnos, pero sobre todo deberían dejarse el alma ponderando dos festividades tan importantes como el Día de Todos los Santos y el de los Difuntos.

pABLO rIOJA (14-10-2015)

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